Y es ahora que me quité los calcetines y que el aroma del éxito me embriaga, que esas imágenes de paz vienen a mí y me evaden del desagradable suceso que narraré a continuación:
En lo que al parecer es un acto de esnobismo de mi parte y en la medida en que lo permita el ojo del culo, evito ir a baños que no sean el mío. Y así, después de una larga jornada de trabajo, silbaba alegremente rumbo a casa con mi lonchera en mano cuando hicieron su aparición los hormigueos y el sudor frío (señal universal de que estás por cagarte) -¡Puta madre!- Pensé y apresuré el paso. Apenas me dio tiempo para cambiarme, buscar algo que leer e ir a la letrina. Y no es que sea alguien de rituales especiales, como darme golpecitos en las rodillas o hacer crucigramas. Yo simplemente leo, y puedo quedarme ahí un buen rato, generalmente hasta se me entumen las piernas y ya no las siento. Es entonces cuando gentilmente mi mano se dirige automáticamente hacia el rollo sanitario ó el hacia el osezno con el cual me limpiare el culo.
Con tantos pensamientos en mente y creyendo que me encontraba solo, jamás recordé a la tía medio sorda que estaba de vacaciones y que había llegado un día anterior. Así que yo, con piernas flexionadas y en plena faena de acicalamiento de mi trasero, comencé a entrar en pánico cuando escuché pasos que se acercaban más y más. ¡Vergas! No había puesto seguro a la puerta y no alcanzaría a moverme lo suficientemente rápido con las piernas entumidas
-¡Está ocupado!- grité desesperado mientras la muy cínica giraba la perilla y abría la puerta.
Así que en resumidas cuentas, y dado que pasó en cuestión de segundos, la tía sorda vio a su sobrino en pelotas mientras este desesperadamente maldecía y se subía los pantalones.

Por cierto, estos días me pasaron material inédito de la Trilogía del Señor de los Anillos con material inédito de Saurón.
- Soy el ojo de Saurón... ¡Y quiero mi anillo! BRRR BRRR
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