Otro caso de la vida real
Tarde de domingo en el gran pueblo de Guadalajara. Yo disfrutaba un delicioso café en uno de esos tantos lugares que hay donde sirven café y hay una sección de libros y revistas para leer. En frente de mi había una mesa vacía. Era allí donde se sentarían, por casi una hora, una pareja ya en sus cuarenta años a tener una agradable cita de amor. Obviamente con un toque de modernidad, ya que…pues, estaban en un café, como esas parejas que se ven en las películas.
El, como Brad Pitt pero todo lo contrario: chaparro, gordo, con un tres pelos horizontales que intentaban ser un bigote y si, porque no decirlo, tenia cara de rata. Ella, aunque no era la mujer más guapa del mundo sin duda era mucho para él, y sin embargo, ella estaba, constantemente, con la cabeza agachada volteando con la mirada cada cinco segundos hacia su dueño y señor, esperando algún tipo de orden o esperando algún movimiento para, así, ella seguirlo inmediatamente.
Podría asegurarles que no eran casados. La actitud de ella era de una segunda o tercera cita. Muy tímida. El, claro, llegó dos o tres metros por delante. Se sentó primero y antes de que ella se sentara, él volteó a verla, sólo por unos segundos, con una mirada que sonreía, una mirada cínica, de Casanova, pero que cuando veías a quien le lanzaba esa mirada lo único que se descubría era un hombre muy pequeño. Al ver aquella mirada, ella, casi a punto de sentarse, se volvió a parar y comprendió que ella tendría que ir a la barra por las bebidas y que tendría que pagarlas ella. La actitud de ella, yendo hacia la barra, era de fatiga repetida y constante, y de resignación.
Al ver a “María Asunción de los Agachados” ir a la barra por las bebidas, nuestro querido “Pancho Machos” se levantó y se dirigió hacia las revistas y tomo un tvynovelas, no sé si porque no había revistas de futbol o porque en la portada estaba una mujer enseñando los pechos con una pose no muy “natural y sepsi”, pero comenzó a hojearla con una actitud de ganador. Así es, a pesar de la cara de rata, tenia una actitud de ganador por la esclava que traía consigo y que seguramente la había costado “trabajo” conseguirla. Lo curioso es que su actitud de presunción no iba dirigida hacia todos los que estábamos ahí. Parecía como si presumiera a si mismo, algo raro de captar con palabras pero créame que así era. El vivía en un mundo totalmente aparte donde el era el gran toro bronco y las todas las hembras, sin excepción, perseguían su grande y poderoso pene. Algo raro y patético, algo digno de estudiarse en una clase de psicología o en una jaula de zoológico.

Aun así el nivel cultural de ella era de mayor magnitud ya que ella leía los horóscopos mientras que él solo se limitaba a ver las fotos. Aparte de que ella…pues, leía.
Un rato después de un cruel pero no incomodo silencio, el señor Pancho terminó de hojear su revista se puso de pie y fue a buscar otra revista para “leer”. Inclusive echo un vistazo a los libros. Dios mío, a que hemos llegado por tal de no hablar con ella.
Yo seguí leyendo mis asuntos, cuando… ¡Milagro! El comenzó a entablar una conversación con ella y mayor sorpresa aún fue cuando me di cuenta que la conversación trataba de un libro, si, así es de un libro que había tomado del mostrador. La conversación que de pronto quiso entablar no procedió. El le mostró el libro y algunas páginas, ella lo vio y sin hacer un sólo gesto ni decir una sola palabra regreso a sus horóscopos. A él no pareció importarle el desplante que había recibido. El miraba una y otra vez su libro con una sonrisa que me recordaba a la sonrisa de un niño de secundaria con un chocolate que le había regalado una edecán en la calle de promoción.
La curiosidad me carcomía por saber que clase de libro podría poner tan feliz a una persona así de tal manera que hiciera hablarle a su mujer. Hasta que por fin lo vi. Sorpresa, sorpresa, el libro era de posturas sexuales, ósea, lo mismo del tvynovelas pero con mejor pasta.
Por el interés que ponía al hojear el libro pude deducir que muchas de las posturas que aparecían en ese libro eran completamente nuevas para el. Pero el era feliz con su libro, su sonrisa mostraba haber tenido ignorancia de este tipo de libros. ¡Oh Señor! ¿Dónde quedo aquel hombre fuerte y muy macho que ahora esta convertido en un niño de nueve años viendo su primera revista de Playboy.
Déjeme comentarle, mi querido lector, que este tipo de personas tiende siempre a la auto-superación ya que cuando yo creía que no podía verse más patético, ¡Bang! Voltea con su mujer y le muestra uno de los dibujitos con una de las posturas que mas le agrado de su preciado libro, poniendo la imagen a solo unos centímetros de su rostro diciéndole:-¡Mira!-.
Ella, automáticamente retiro su actitud de molestia y resignación hacia él que había mantenido hasta ese momento y la cambió por una actitud de desprecio, pena y condescendencia hacia nuestro pobre personaje, volviendo nuevamente a sus horóscopos.
Una vez habiendo terminado de hojear su novedoso libro de posturas sexuales, lo cerró y se lo ofreció a ella por si lo quería ver también. (Quiero aclarar que mientras escribo esto, estoy sonriendo). Ella obviamente lo rechazó. Él, sin poder soportar otro rechazo a su amado libro, le lanzó una mirada de odio y repulsión, como acusándola de ser una mujer aburrida y frígida.
Una vez rechazado el libro por tercera vez nuestro amigo lo colocó nuevamente en su lugar y procedió a sentarse de nuevo e ingerir su bebida sin verla a ella ni por accidente. Al parecer lo habían herido sin igual aquella tarde. (Yo me puse triste por eso)
Por fin, ella le dio la vuelta al zodiaco y cerro la revista un poco desilusionada. Al parecer su horóscopo le dijo que hoy saldría a tomar un café con el amor de su vida. Jaja. Que triste de verdad.
......................................... mok